martes, 25 de diciembre de 2012

Porque ya no es un te quiero, es un quiero follarte.

Le tengo una envidia infinita a tus sábanas, esas que te rozan, acarician y envuelven cada noche. Esas que te arropan, que hacen que te sientas protegido. Esas que te dan calor y te alejan del frío. Esas que son suaves y dulces. Esas que huelen a suavizante. Esas que cuando están recién puestas lo único que quieres es meterte en la cama para envolverte de su aroma, para que su tacto te embriague y nades en mares de su fragancia.
Le tengo una envidia infinita a tus gorras, esas que te acarician el pelo a cada instante, y que sienten lo bonito que lo tienes.
Le tengo envidia infinita a tus labios, porque son más que perfectos. Le tengo envidia infinita a tu voz, porque enamora. Le tengo envidia infinita a todo lo que te pertenezca, por el simple echo de que es tuyo, y puede tocarte.
Y esto ya no es un te quiero, es un quiero follarte.
Porque ahora lo único en lo que pienso es en sentirte dentro, en que me acaricies y me toques el pelo, y me digas: princesa, te quiero. Ahora lo único que pienso es en que ser dos es un desperdicio de energía, mejor seamos uno todo el día.  Ahora en lo único que soy capaz de concentrarme es en tu aroma, que me emborracha y me lleva a sitios desconocidos, donde solo existe el placer y la locura, el éxtasis que me provoca tu cintura.
Y me da igual que me hayas mentido, porque amigo, yo soy tu destino.


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