sábado, 17 de agosto de 2013

Coleccionista de recuerdos enterrados en arena de la playa.

Después de un largo viaje desde una ciudad escondida dentro de la península por fin llegas a aquella ciudad costera tan anhelada. Me encanta el mar, quizá sea por su inmensidad, quizá porque lo tengo lejos durante todo el año y solo lo disfruto unos días, no sé, pero me encanta.
Me encanta sumergir mis pies en la arena, respirar y oler a mar. Extender la toalla, mirar a la nada y a todo. Mirar aquel punto donde el mar y el cielo se hacen uno, donde todo acaba, o todo empieza.
Me encanta tirarme en la toalla, disfrutar del sol, relajarme, cerrar los ojos, y olvidarme del mundo, simplemente escuchar el ruido de las olas y sentir como se aleja poco a poco de mi cabeza.
Me encanta bañarme en el mar, sentir las olas golpeando levemente toda la superficie de mi piel, sentirme ligera, sentir que no valgo nada, que no soy nada en la inmensidad del universo.
La gente colecciona cosas, sellos, mariposas... Yo colecciono arena de la playa, de cada playa a la que voy intento traerme una botellita de arena, que irá a parar a mi habitación, en una estantería, cogiendo polvo, pero con el fin de recordarme lo bonito que es el mar, lo grande que es el mundo y lo pequeña que soy yo.
Ese arena está destinada a recordarme momentos únicos, irrepetibles, efimeros. Está destinada a recordarme que existe un lugar donde todos mis problemas se olvidan, donde nada es tan malo como parece. Está destinada a hacerme volar.

martes, 6 de agosto de 2013

Qué grande es ser pequeño.

Es curioso ver como la gente cambia, se desvanece o simplemente desaparece de tu vida. Es curioso ver como alguien que creías importante se va, lo más curioso de todo es lo que duele, sin darte cuenta, duele. Quizá sea porque te has acostumbrado tanto a la presencia de esa persona en tu vida que pasa desapercibida, pero créeme, que por muy poco que la veas, cuando desaparezca lo notarás. Sentirás que te falta algo, que ya no estás completo, y es que cada vez que una persona se marcha de nuestra vida algo de nosotros desaparece con ella.

domingo, 4 de agosto de 2013

Esfuérzate en vivir feliz el hoy para que mañana tengas un ayer que sea bonito recordar.

Nos gustaría ser eternos, vivir para siempre, que todo durara eternamente, por eso regalamos siempres, infinitos y demás palabras o símbolos que representan una larga duración en el tiempo. De lo que no nos damos cuenta, o no nos la queremos dar es que nada es eterno, es imposible. El ser humano se consume poco a poco, así como se consume la fama, el dinero y el amor. Nos esforzamos tanto en hacer que todo dure el mayor tiempo posible que nos olvidamos de disfrutar al máximo cada momento que se nos ha regalado, y que nunca sabemos cuándo va a acabar.
Mi madre de pequeña, cuando algún juguete se me rompía y yo estaba triste me decía algo así como 'no llores, si se ha roto es porque lo has usado, has disfrutado jugando con él y es normal que se rompa, nada se puede conservar para siempre'.
Esa reflexión yo la traslado a mi yo de hoy en día, al yo que tiene 17 años, que ve como las parejas se rompen, como el amor se acaba, como los amigos se van, y como los recuerdos se olvidan. Nada dura para siempre, tristemente pasa, y como pasa, y es algo desgraciadamente normal ¿por qué nos esforzamos en lamentarnos, en llorar o en intentar olvidar aquello que consideramos un error?, ¿no sería mejor dar las gracias por aquello que fue, sonreír por los buenos momentos que se nos regalaron y dar gracias por aquello que consideramos un error? Porque de los errores se aprende, así como aprendemos de las experiencias, cojamos lo bueno de todo, aprendamos y mejoremos, porque si nos pasamos la vida lamentándonos de aquello que terminó, que ya pasó, o que no debería haber empezado nunca podremos lograr ser felices.