viernes, 28 de marzo de 2014

28 de marzo, sumando años.

Más de un año enamorada de una cara que no era la suya de verdad, de la parte de él que quería mostrar. Tres años de que le conocí, yo no creo en los flechazos, pero lo nuestro lo fue, vaya que si lo fue. Las primeras palabras intercambiadas fueron imbéciles, las conversaciones absurdas, pero había algo en él que me hizo estar enganchada horas y horas. Cada día que hablábamos, cada hora juntos era como un chute de alguna droga de diseño, de las que te hacen volar, flotar, sentir una estampida en el estómago, ponerte roja de los nervios, de las que te sacan la sonrisa tonta y hacen que te brillen los ojos... Cada día, cada chute, me hizo volverme adicta a él, a su manera de hablar y de ser, y a la cara que él me mostraba. Una cara que no era la suya, que cuando le di la oportunidad de mostrarme la de verdad me volvió a fallar, van cuatro veces y siempre con la misma dinámica, cuando mejor estoy y más decidida me encuentro a volver a hablar con él descubro por casualidad otra cara más del dado. Se te acaban las caras, y yo me he cansado.
Aun así, otra vez más, volvemos a caer en la tentación de un nuevo y último pico. Y de nuevo después del subidón del pico viene la depresión, la melancolía y el peor de mis castigos, los recuerdos.

miércoles, 19 de marzo de 2014

San José, emociones, dolor y otros sentimientos.

Hoy es un día de emociones y yo una persona sensible en proceso de superar el duelo.
No sé si es por la fecha, por el duelo en sí o por ambas, pero hoy me encuentro especialmente cansada, abatida y sensible.
Hablar con ella es lo más duro, recordarle a él es aun peor, en fechas como hoy especialmente. Supongo que el primer año es el peor, todas las fechas importantes por primera vez con una ausencia notable. Si a principios de diciembre me hubiesen preguntado que cómo creía que iba a pasar el día de mi cumpleaños hubiese dicho que feliz, los dieciocho eran muy ansiados, si hoy me preguntan como lo pasé digo que triste y con una presión aplastante en el pecho. Con ganas de llorar, de meterme en la cama y dormir, de retroceder en el tiempo, de quedarme en los diecisiete para siempre con tal de tenerle a mi lado siempre, pero las cosas no pueden ser así por desgracia. Yo solo llevo tres meses sin él y siento como si hubiera pasado una eternidad, no me quiero imaginar un poco más adelante. Y mucho menos quiero imaginar cómo se sentirá mi abuela...
Es muy duro, demasiado duro, enfrentarse a esto sola porque aunque viva rodeada de gente que dice ser mi amiga, en verdad no tengo a nadie a quién contarle de verdad como me siento, a quién abrirme y en quien apoyarme para superar esto.
Caminar a veces es cansado, el camino es duro, pedregoso y cuesta arriba, tengo una sensación permanente en el cuerpo parecida a la que experimenté el día que subí desde Covadonga hasta los lagos atravesando la montaña. A veces quiero caer, pararme a descansar, o a dormir, o a esperar a que alguien haga el camino por mi, pero sé que nadie lo va a hacer, si no camino yo nadie lo hará por mi.
Debemos aprender a ser fuertes a base de golpes, debemos aprender a anteponer nuestro bienestar al del resto del mundo, debemos aprender a caminar sin bastón, a tropezar y levantar. Debemos aprender que ninguna ladera es lo suficientemente profunda para que si caemos rodando no podamos ponernos en pie y volver a subir, aunque tengamos que hacerlo con los muñones ensangrentados.
La vida es sudor, y el sudor es esfuerzo y dolor. Pero el dolor conlleva superación.

sábado, 15 de marzo de 2014

Estereotipos, sexismo y demás tumores de la sociedad

Estoy harta de los estereotipos, de que todo tenga que ser o blanco o negro.
Estoy harta del sexismo de la sociedad, de que te encasillen y te etiqueten como si fueras un juguete. Basta. No somos objetos, somos humanos.
En mi caso, lo que más me fastidia es el mal concepto que se tiene de las mujeres que, como a mi, les apasiona la moda y el maquillaje... No todas las mujeres que nos interesamos por esos temas somos chicas tontas 'sin cerebro', muchas pensamos más que la mayoría que se limitan a poner las malditas etiquetas (aun que teniendo en cuenta que esa gente no piensa mucho, a nada que pensemos ya lo hacemos más y mejor que ellos).
Me encanta la moda, me encantan los tacones, los vestidos, el maquillaje y el peinarme ''bien''. Me encanta verme arreglada. Pero sobre todo, me encanta pensar por mi misma.
No me considero una luchadora, ni una defensora radical de las ''causas perdidas'', pero sí me considero una mujer autosuficiente con capacidad para decidir sobre sus ideas políticas. Creo que estoy lo suficientemente capacitada para subirme a unos tacones y a la vez salir a la calle a luchar por mi libertad individual, por mi libertad como mujer y por mi libertad como ciudadana del mundo. Me considero suficientemente capaz de ir bien vestida y salir a luchar por mis derechos y por los del resto, a luchar por conseguir un trabajo digno, un sueldo igualitario...
En mi caso mis formas de pensar son lo que la sociedad considera de ''perroflauta'' y sin embargo mi aspecto no lo aparenta, creo en la libertad e igualdad de absolutamente todas las personas del mundo, creo en el derecho a la vida de todo tipo de seres vivos, humanos, animales o vegetales, por tanto, y haciendo referencia al tan actual tema de actualidad, considero que el aborto no es la única solución, hay muchísimas más, pero no por ello discrimino a las mujeres que eligen esa salida, pues debe ser algo muy duro y doloroso, al contrario, las respeto y tienen todo mi apoyo. Estoy absolutamente en contra de que se prohíba el aborto, de que a las mujeres nos quiten la libertad de decidir qué hacer con nuestro cuerpo, sin duda alguna estamos volviendo para atrás, estamos retrocediendo demasiados años en el tiempo. Y lo que, personalmente, más me duele es el hecho de ver que toda la lucha que nuestros bisabuelos y abuelos, tanto hombres como mujeres, la lucha de gente desconocida que murió defendiendo los ideales de libertad, que murieron creyendo firmemente en que la sociedad avanzara y que consiguieron que progresara, lo que más me duele es que todas esas muertes no sirvan para nada.
Por el hecho de que a mi me guste la moda no significa que sea una oveja que siga al rebaño sin pensar, por el hecho de que a un hombre le guste la moda no significa que sea homosexual. No estereotipemos las cosas, luchemos por la libertad de todos los individuos y por poder tener la capacidad de decidir cómo vestir, como peinarnos, como pensar o como actuar en cada momento.

viernes, 7 de marzo de 2014

Autoaceptación, no, autocompasión, quizás.

Día tras día intento creerme y hacer creer que me da igual cómo sea, como vista, como me peine. Antepongo la comodidad a la belleza, el dormir diez minutos más al ir maquillada a clase, pero si algún día salgo si que me gusta arreglarme.
Pero, ¿para qué? Cuando llego a casa y me quito el maquillaje, debajo de esa capa, sigo estando yo, aquella que no se valora una mierda, que quizá no se quiera porque no la quieren, o que quizá no la quieran porque no se quiere.
Yo soy aquella persona negativa, consecuente, la que se pone la máscara de valiente aunque esté temblando de miedo por dentro. Aquella que odia hablar de sí misma y de sus sentimientos de forma seria, porque si lo hace, probablemente acabará llorando. Aquella que siente que su vida es una mierda y que no vale nada.
Aquella que día tras día se tiene que mirar en el espejo, aquella que no se reconoce cuando se mira, que no se identifica con la imagen que el maldito cristal refleja.
Yo soy aquella que siente que su cuerpo es una cárcel, que intenta aparentar seguridad aunque no se quiera una mierda. Aquella a la que no llaman fea a la cara para no herir los sentimientos de la pobre chica, pero de la que se ríen a sus espaldas.
Soy aquella que tiene unos ideales definidos y marcados, quizá un tanto diferentes al resto. Aquella que no le gusta encasillarse en una sola definición, la que se niega a seguir un modelo de vida, pero la que se guía por los cánones de belleza.
Yo soy aquella que, en otros, le da más valor al pensamiento que al físico, pero que respecto a sí misma se preocupa porque la vean bien, por verse bien.
Y quiero cambiar, me gustaría volver a tener fuerza para hacer lo que hice hace dos años, pero me da demasiado miedo volverme a enfrentar a eso yo sola, me da miedo entrar y no poder salir. Y lo que aun me da más miedo es que, aun que mi cuerpo no lo refleje, mi mente sí, y creo que aquel maldito pensamiento, aquella maldita obsesión, nunca se marchó de la cabeza.
Yo soy aquella que tiene miedo a cambiar y no a la forma en que lo haga.

martes, 4 de marzo de 2014

Pasa que, una vez más, te estás volviendo a enamorar.

A veces me pregunto si alguna vez de verdad lo quise, y entonces me respondo con otra pregunta ¿alguna vez has dejado de hacerlo? Y entonces entra en mi mente otra tercera ¿cuándo dejarás de quererle?
¿Cuándo será el día qué te darás cuenta que por mucho que le quieras él ya no te quiere? Que no eres nada suyo, que nunca lo fuiste y nunca vas a serlo. Que todo fue un engaño. Por muchas veces que te repita que es gilipollas, que fue un error, eso solo lo hace cuando se aburre, cuando está solo pero... ¿y tú? ¿Qué pasa cuando te invaden esas ganas locas de hablar con él? Cuando quieres decir que le conoces, que le quieres aun que sea como amigo. ¿Qué pasa cuando te vuelven a pedir explicaciones? ¿No tuviste suficiente?
No vuelvas a caer de nuevo, porque no te hará bien. No vuelvas a creer que él te quiere, porque eres otra más. El amor no se dice, se demuestra, y, hasta el momento, él te ha demostrado poco, más bien todo lo contrario.

sábado, 1 de marzo de 2014

Yo quiero un mundo mejor ¿y tú?

Me gusta la revolución, manifestarme, chillar, gritar, intentar mejorar las cosas. Me gusta creer que con un poco de suerte, gracias a nosotros el mundo mañana será un poquito mejor. No importa si intentas cambiarlo con una pañoleta al cuello, o a pie de calle luchando por tus derechos, lo que importa es el cambio.
Quiero ver el mundo cambiar, los ojos de la gente llenos de humanidad, a los animales libres y a la naturaleza en su belleza plena.
Quiero que todo el mundo sea consciente de que un cambio es posible, que el respeto y la tolerancia son los verdaderos valores de la vida, los que nos deberían inculcar a todos por igual, pues todos somos iguales.
Me encantaría ver que un día no hay países, solo ciudadanos del mundo. Que las fronteras no fueran más que líneas imaginarias, como los meridianos. Que la policía no existiera, porque  no hiciera falta. Que los crímenes y los asesinatos fueran fantasías de novela negra, y no tristes realidades más comunes de lo que deberían.
Quiero ver la igualdad entre todos los seres de la tierra, humanos o no, y quiero ver que las únicas diferencias que haya sean las de las revistas.
Me encantaría ver un mundo nuevo, donde los únicos días grises sean los días en que el cielo esté nublado, y que incluso la lluvia trajera alegría.
Que la guerra fuera aquello que pasa en los campamentos cuando se juega al Presing kiss.
Yo llevo una pañoleta al cuello y grito por mis derechos de mujer y de humana. ¿Y tú? ¿Qué haces para intentar cambiar el mundo?