lunes, 20 de febrero de 2012

Se podría decir que soy una Melómana empedernida.

Yo canto. Canto a todas horas. Canto cuando estoy feliz, cuando estoy triste, cuando estoy enfadada, cuando me sale la vena artista. Siempre canto. Canto a todas horas. Canto de todo, puedo pasar del Rock al Soul, del Jazz al Rap, del Reggae al pop...de todo, incluso, y pese a que me odie a mi misma por hacerlo, a veces canto algo de Reggaetón.
Yo canto, sí. Pero de que me guste cantar a que lo haga bien va un rato largo. No sé, simplemente me gusta cantar, me gusta escuchar música. Es una forma de liberarme, de sacar lo que siento. Y es que hay veces que cuando ni yo misma sé describir lo que siento aparece la canción ideal que describe en menos de cinco minutos los sentimientos guardados de hace meses, o incluso años.
Hay canciones tristes y canciones que te suben el ánimo. Canciones que le cantan al amor, al desamor, que te dan lecciones de vida o que simplemente te dicen que pases de todo. Las canciones te comprenden, los artistas te comprenden. Cuando escuchas esa canción que tan bien te describe en ese momento crucial de tu vida notas una pequeña conexión entre tú y ese artista. Entre tú y la canción. Porque en el fondo sabes, o tienes la esperanza de, que la persona que escribió esa canción ha pasado por lo mismo que tú con anterioridad y lo ha superado. Aun que sea el más tonto de los momentos, te anima a seguir a delante. 
Hay canciones que simplemente motivan, motiva el artista, motiva la letra, motiva el ritmo, motiva todo. Son esas canciones que cuando las escuchas piensas: 'Joder, si esta persona ha podido seguir adelante pese a todas sus dificultades en la vida y ha podido llegar alto, mucho más lejos de lo que nadie, ni si quiera él mismo, se imaginaban, ¿por qué cojones yo no puedo? ¿acaso soy menos? NO. Pues ya está coño. Hay que seguir a delante y tirar para arriba, y si en algún momento me caigo pues me levanto, me sacudo y sigo adelante.' (Por si no lo habéis adivinado, en las canciones que motivan estaba pensando concretamente en El Langui, un hombre que verdaderamente motiva, todo él en si.)

Os podría dejar un par más, pero no es cosa de aburrir con toda mi música. He dejado esas tres porque son principalmente canciones que me gustan realmente (pese al 'triste' contenido de las dos primeras). Espero disfruten si las escuchan. 

Las princesas también lloran.

Y es que a veces es bueno llorar. Sacarlo todo, no dejar nada dentro. Puede que seas de esas personas que les cueste la vida llorar, o por el contrario, puede que seas de esas que lloran a la mínima. Yo me considero una persona de lágrima fácil, pero no puedo llorar en todos los lugares ni con todas las personas. Para llorar necesito estar en soledad, y si es encerrada entre esas cuatro paredes violeta decoradas con cientos de recuerdos, mejor. Necesito saber que nadie me ve ni me oye. Necesito que la gente siga creyendo que soy fuerte, que no tengo puntos débiles. Tengo la extraña sensación de que si la gente descubre que soy más frágil de lo que piensan podrán atacarme con más facilidad, y así es. Puede que de vez en cuando me lo merezca, pero no siempre. Pero por encima de todo, puede que mi miedo a que me hagan daño de nuevo me supere. Por eso necesito crearme una coraza encima de un armazón, encima de una armadura que protegerán mi débil y frágil corazoncito de mantequilla. Y si alguien osara romper alguna de esas tres capas, siempre se encontrará con otra por debajo. Y si por algún casual llega a romper todos los muros que hay antes de mi corazón, si eso sucede, estaré realmente perdida. Me hallaré débil e indefensa expuesta a las burlas, críticas y mofas de la sociedad.
Se podría decir entonces que me hallo encerrada en mi misma y que para llorar necesito la más absoluta de las soledades y estar metida dentro de mi cárcel particular.

miércoles, 15 de febrero de 2012

Malditas contradiciones...

Hoy, casi un mes después de que me rompieses en mil pedazos, estoy orgullosa de decir que ya no me importas, pero me avergüenza decir que pese a todo lo pasado (ejemGILIPOLLASejem) no puedo dejar de pensar en ti. Aun ocupas un PEQUEÑÍSIMO lugar de mi mente, pero repito, es mínimo.
No sé como tengo que tratarte, si con indiferencia cual cucaracha callejera o con educación como señorita educada que soy.
Hoy me das igual, pero no puedo borrar todo así como así, mi corazón y mi mente no me lo permiten pese a que sé que es lo mejor. Lo mejor para mi, para ti, para todos.
No sé si preguntarte cómo te va la vida, cómo te va con ella... o insultarte y mandarte a la mierda (que ciertamente es donde deberías estar, pero soy demasiado educada y respetuosa para decírtelo).
Me sigue doliendo ver tus 'te amo' y saber que no son para mi, pero no te ciegues ni hagas que tu ego suba, no eres el centro de mi mundo, ni si quiera uno de sus polos (N, S, W, E), ya no.
Pdata: no quiero que te mueras, pero me molesta que sigas respirando. Pero qué se le va hacer. Sé feliz aun que no te lo merezcas.

sábado, 4 de febrero de 2012

Mis dos diamantes. Las luces de mi vida. Mis amores.

La gente recuerda su infancia y sonríe. Yo en cambio, intento no recordarla porque siempre me pongo a llorar. No tuve una infancia fácil que digamos, por lo menos a mi no me lo pareció. No, no tenía ninguna enfermedad, ni estaba en un hospital, ni era huérfana (gracias a Dios), pero no tenía amigos. A los diez años la gente me empezó a ignorar, pasaba de mi, yo no existía. Me pasaba los recreos sola entre burlas y risas. Salía llorando del colegio casi todos los días. Mi madre siempre que podía me esperaba en la puerta, pero eso no bastaba. Durante dos años mi madre fue mi única amiga, mi mejor amiga. Durante esa época yo me volví apática, antisocial, seca, respondona, irresponsable, borde... en fin, todo lo que se puede esperar de una niña que no tenía amigos, y no precisamente porque ella no quisiera. Yo sabía perfectamente el porqué, dos niñas habían conseguido poner a todo el mundo en mi contra porque ellas eran las 'populares' y yo no. En esa época yo me sentía lo peor del mundo, ellas me hacían sentir lo peor del mundo. Pero pasó, acabó pasando. Todo pasa por muy negro que lo veas al principio. La cosa mejoró, ahora tengo amigas, no muchas pero tengo. No todas buenas y no todas malas. Ahora mismo solo puedo presumir de dos. Las niñas de mis ojos. Daría mi vida por ellas, sin dudarlo. Una es mi MMA, ella es el motivo de mi sonrisa día a día. Ella es la persona por la que sigo adelante y por la que intento levantarme cada vez que caigo. Ella es la que me ayuda a levantar. La que tira de mi cuando estoy mal. Ella es un TODO. Ella es algo que no quiero perder nunca. Ella es mi vida, se podría decir. La otra es L, ella es la que está conmigo día a día, la que escucha mis problemas y me ayuda, la que me cuenta los suyos y la ayudo. La que da cosas sin esperar recibir nada a cambio. La que sonríe sin motivos y la que me serena cuando me enervo. La que se ríe de mí y conmigo, la que me da la razón cuando la tengo y se calla cuando no. Ellas son mis dos diamantes particulares, lo más valioso de mi vida (aparte de mi madre claro). A ellas les debo el que siga adelante  después de todo.