jueves, 7 de agosto de 2014

Sin rescate.

Ella siempre estaba para los demás en sus momentos de oscuridad, intentaba aportar un atisbo de luz a aquellos que lo necesitaban. Siempre pendiente, siempre presente.
Pero de tanto dar luz a los demás un día se le apago la suya y entonces nadie estuvo ahí. Nadie fue a rescatarla de su oscuridad.
Su oscuridad la envolvió y, dándole un frío beso propio de la mismísima muerte, se la llevó dándole su último abrazo.