viernes, 21 de septiembre de 2012

Yo también he estado enamorada.

No me gusta que me trates como si no supiera nada del amor, como si nunca hubiera tenido novio, ni como si nunca me hubiera enamorado, porque sí, por muy raro que te parezca me enamoré. Me enamoré hasta las trancas, me enamoré con letras mayúsculas, en neón parpadeante, me enamoré irremediablemente y por eso sé lo que sientes. Sé qué son las ganas de comerte a alguien, sé lo que se siente al saber que todas las horas hablando con él son pocas, sé que hay veces que sobran palabras, que solo con miradas o besos se dice todo. Sé que cuando una persona te conoce tan bien solo por la forma de saludar ya sabe cómo estás de humor, porque sí, eso yo lo sabía.
No me gusta que me digas la maldita frase de: 'ya lo entenderás cuando tengas novio', porque por muy increíble que te parezca, lo entiendo, mejor o peor, pero lo entiendo porque volviendo a lo de antes te recuerdo que yo he estado enamorada, ¿de una imagen?, puede, ¿de una mentira?, tal vez, ¿de la persona que estaba conmigo horas y horas, hablándome, apoyándome, dándome conversación, ayudándome con lo que fuera, dándome consejo, aguantándome hasta las tantas, suplicándome cuando estaba muerta de sueño que me quedará un poquito más, esa persona también se quedaba cuando yo lo necesitaba, por increíble que te parezca veíamos el amanecer juntos, incluso los días de colegio he llegado a dormir una hora, porque prefería morirme de sueño a perder una hora que podría estar con él, porque cuando hablaba con él todo el exterior se me olvidaba, los problemas se iban, el resto de la gente no existía, estábamos él y yo juntos, solos en el mundo, el uno para el otro. Nos complementábamos, nos amábamos.
Por muy difícil de creer que te resulte, le quería y sé que me quería, lo de las mentiras lo dejamos a parte, pero me quería, si no me  quisiera no se habría quedado hasta tan tarde conmigo, no hubiese estado día, tras día, tras día, tras día conmigo, no se hubiese gastado el saldo mandándome mensajes de buenas noches incluso después de haber estado una hora despidiéndonos porque siempre que nos despedíamos acabábamos quedándonos otra hora, no me hubiera mandado mensajes dándome los buenos días, porque sí, por muy tonto que te parezca eso me hacía feliz, y con eso era feliz todo el día, y no veía el día terminar, se me hacían eternas las horas que no hablaba con él, estaba deseando que llegara la tarde para hablar con él, podíamos pasarnos más de doce horas seguidas hablando, sin que nada importara más que nosotros. Dejemos aparte el tema del por qué se acabó porque lo importante aquí es que te comprendo más de lo que piensas porque yo también he estado enamorada.
Y cuando se acabe, porque antes o después acabará, te diré que te comprendo, porque yo también estuve enamorada y me choqué contra un puto muro de cemento revestido de una aleación de algún metal más duro que la hostia.
Y lo mejor es que yo estaré allí, estoy aquí ahora aunque te olvides de mi, y estaba antes cuando no tenías a nadie más. Yo no te dejaré de lado, siempre que lo necesitas aquí estoy yo, porque llamadme tonta, pero la quiero demasiado como para darle las espalda por un novio, amigo o lo que sea.
Te quiero, que te quede claro, y te entiendo mejor de lo que piensas.


sábado, 15 de septiembre de 2012

Malditos recuerdos.

Siempre hay un momento, una hora, una fecha, un lugar, un olor, un sabor, una prenda de ropa, una canción, una frase o todo un texto que te recuerda a esa persona. Algo inconfundible, puede ser lo más común del mundo, o la cosa más extraña que te puedas encontrar, pero cada vez que la veas, oigas, huelas o sientas te acordarás de esa persona, sin remediarlo, sin poder evitarlo.
Su recuerdo llegará a tu mente de forma rápida, y depende de lo fuerte que sientas ese recuerdo podrás echarlo antes o después, en mi caso, los hay de todo tipo, los hay momentáneos, y los hay que pueden estar en mi cabeza horas, días e incluso semanas.
Algunos de esos recuerdos son capaces de sacarte una pequeña sonrisa, otros una lagrimita, y otros van con doble efecto y la pequeña sonrisita se convierte en una gigante y estúpida carcajada, y la lagrimita insignificante y desapercibida por la gente de tu alrededor se convierte en el llanto más triste desde hacía tiempo.
Hay recuerdos que simplemente es mejor no recordar y quizá por eso nos pasamos la vida, consciente o inconscientemente, intentando evitar aquello que nos recuerda eso. Pero no podemos estar toda la vida huyendo de ello.
Aveces, simplemente es mejor recordarlo día a día hasta que deje de doler, hasta que pase desapercibido en nuestra memoria, y a veces, simplemente es mejor no recordar.

miércoles, 12 de septiembre de 2012

Caminante no hay camino, se hace camino al andar.

Soy consciente de que los trenes solo pasan una vez, sé que una vez que salen de la estación es imposible cogerlos en marcha, y los trenes de los que hablo cuando llegan a su destino desaparecen. Mi tren está a punto de salir de la estación, cada día que pasa avanza unos metros, mi tren está marchando demasiado rápido y yo no soy capaz de decidir si quiero o no subirme a él.
Analizo demasiado los pros y los contras de subirme a ese tren, y no sé si dejarlo marchar.
Ya está, ya tomé la decisión, perderé el tren, no creo que después me arrepienta. Últimamente he notado comportamientos extraños en los supuestos pasajeros de ese tren, y la verdad, no quiero compartir mi trayecto del viaje con ellos, ni con uno en particular.
No voy a quedarme sentada esperando a que pase otro tren, pero tampoco voy a buscar desesperadamente, simplemente caminaré, sin pausa pero sin prisa.
Disfrutaré de las maravillosas vistas del camino a pie, no todo serán caminos de rosas, encontraré en mi camino cuestas, caminos pedregosos y barrizales antes de llegar a la próxima estación, o antes de ver la oportunidad de coger el próximo tren, pero si algo he aprendido poco a poco es que si me caigo he de levantarme, no puedo quedarme tirada en el suelo arrepintiéndome de lo que he echo mal, sino que debo ponerme en pie, seguir adelante y aprender del error cometido que me hizo caer para no volver a cometerlo.