sábado, 26 de mayo de 2012

Mi cuerpo es una cárcel.

Lo sé, estoy obsesionada. Sé que ni estoy tan gorda como pienso ni llegaré a estar tan delgada como imagino. Sé que tengo un problema, lo reconozco, pero no voy a hacer nada por cambiarlo. Quiero verme bien a mi misma, me da igual el gustarle a la gente o no. Quiero poder mirarme en el espejo y verme tal y como me gustaría, pero no puedo. Es algo imposible.
No, María, no. Ya es hora de que te aceptes tal y como eres. Puede que no seas la niña más bonita del universo, ni la más delgada, pero tampoco la más gorda. Es hora de que te veas bien con tus curvas y michelines. Si tu te empiezas a ver bien, todo el mundo lo hará. Es hora de que cambies tu forma de vestir, se acabó el usar ropa ancha para intentar disimular tu figura.
Es muy bonito decirlo pero sabes que no lo vas a hacer, no vas a cambiar tu forma de verte por mucho que la gente te diga lo guapa que estás. Para mi siempre seré la misma que hace unos años, me veo mal, pero no lo puedo evitar. Tampoco tengo voluntad para seguir intentando cambiarlo sin ningún resultado.

Harta ya de gilipollas que se creen la polla.

Hoy es uno de esos días en los que te despiertas con la vena sádica encendida. Es uno de esos días en los que piensas y reflexionas sobre tu vida, y llegas al acuerdo contigo misma de que vas a empezar a ser más egoísta. ¿Qué digo? Vas a ser más egoísta. Harta ya de que la gente mienta, manipule y utilice a otros cual simple pañuelo usado que se hace una bola y se tira a la basura. Hoy es uno de esos días en los que sientes que la gente te ha usado cual chicle sin sabor apenas: primero te utilizan, te exprimen, te tiran al suelo y por último te pisotean.
Hoy es uno de esos días en los que dices 'voy a pasar del mundo, voy a pasar de la humanidad, de las desgracias y los favores, de las penas y alegrías, de los amores y desamores'. Hoy es uno de esos días en los que te convences firmemente de que vas a pasar de él, pero por mucho que te convezcas, por mucho que lo intentes, siempre llega algo que te jode el plan. Acéptalo, quieres pasar de él con todas tus ganas, pero algo te lo impide. La rabia te consume y lloras, lloras rompiendo esa vieja promesa que te hiciste a ti misma y que le hiciste a alguien, que decía: 'no volveré a derramar ni una sola lágrima más en vano. No volveré a pasarme horas enteras llorando por alguien que no se merece mi sufrimiento. No volveré a pensar en alguien como él.' Mentiras, todo mentiras. Mierda de como coño quiera que se llame este tonto sentimiento que hace a la gente altamente manipulable.