domingo, 20 de enero de 2013

Carta a una misma.

Querida yo:
Hoy no vengo a decirte nada que no sepas, al fin y al cabo vivimos en el mismo cuerpo las 24 horas del día, compartimos la mente, aun que muchas veces no los pensamientos, ni las opiniones, ni las razones, ni las emociones. Somos una misma persona, un yo.
Te escribo esto porque últimamente he notado que tu autoestima está bajando demasiado, más de lo normal, y quería recordarte lo mucho que tú vales.
Puede que tu sonrisa no sea perfecta, pero es preciosa. Puede que tus gafas no dejen ver tus ojos, pero son muy bonitos. Puede que tu pelo sea indomable, pero en cierta manera, te representa. 
Quieres ser tantas cosas de mayor, y a la vez no quieres ser ninguna. No dejes que nada te desanime, ni que nadie te diga que no sirves, porque si te dicen que no vales, ya sabes que es porque ellos lo intentaron antes y fracasaron. No dejes, jamás, que te digan cómo tienes que ordenar tu vida. Tu vida es tuya y de nadie más, así que vive cada momento, cada instante, cada segundo como si fuera el último. Aprovecha cada tiempo para recordarte lo preciosa que eres por dentro, y por fuera. Porque puede que tu cuerpo no te guste, que lo odies con todas tus ganas, que hayas intentado cambiarlo de mil maneras posibles, pero ya sabes que ese es tu cuerpo amiga, y no puedes evitarlo.
Aprende a aceptarte tal y como eres, con tus errores, con tus defectos, con tus fallos, pero también con tus aciertos y virtudes, y con las cosas buenas que tienes, pocas o muchas, da igual. Quierete a ti misma más que a nadie en este mundo, porque si no te quieres tú, nadie te va a querer. Haz lo que quieras, pero si lo haces, hazlo por ti, porque te apetece, porque realmente tienes ganas de hacerlo.
No sigas las modas, no seas una más, sé diferente, sé especial, sé tu misma.
¿Sabes? Me encanta cuando estás bien, cuando sonríes, cuando te ríes, cuando bailas, aun que te mueves como un pato mareado, sola o acompañada. Me encanta el interés que muestras por ciertas cosas, la curiosidad que te mueve, aun que la vagancia te pueda. Me encanta esa manera que tienes tan especial de hacer sonreír a la gente, de preocuparte primero por ellos antes que de ti misma, pero eso tiene que cambiar. Sé un poquito egoísta, piensa en ti, actúa por ti, vive por ti. 
Aprovecha. Disfruta. Ríe. Siente. Toca. Canta. Baila. Duerme. Llora. Muévete. Camina. Besa. Enamorate. Quierete. Ama. 
Sé que tienes una lista de cosas que hacer antes de morir, asegúrate de que cuando vayas a morir, hayas cumplido todo lo de la lista o no, sientas que todo lo que has hecho en esta vida ha sido por algo, ha merecido la pena.
Puede que ahora no tengas novio, no lo busques, deja que aparezca, que la vida te sorprenda. No desesperes porque los demás tengan pareja y tú no, ya sabes que todo tiene un final, antes o después, y sabes que el amor no es eterno, el amor se convierte en cariño con el paso del tiempo.
Aprende que en la vida TODO son errores, unos mejores, otros peores.
Date de hostias contra los muros, paredes y cristales, porque solo así se aprende, pero date la hostia sabiendo que lo has intentado, y rectifica sabiendo que te has equivocado.
Poco más me queda que añadir, pequeña yo, poco más que tu no sepas. Aun que sí que es cierto que de vez en cuando necesitamos que nos recuerden que alguien nos quiere, aun que seamos nosotros mismos.
María, te quiero.
Fdo: Tu yo profundo.