martes, 24 de febrero de 2015

Scout una vez, scout toda la vida.

Hoy por fin, después de mucho tiempo pensándolo, me decido a escribir a mi yo scout, a todo mi yo.
Hoy le doy gracias al escultismo por haber hecho de mi lo que soy, por haberme enseñado a tratar bien al mundo.
Le doy gracias a mis responsables por haberme ayudado en mi camino y por supuesto a los que siempre hicieron el camino a mi lado.
Después de este inicio propio de los oscars sigo.
El escultismo me ha enseñado el mundo, gracias al movimiento scout he descubierto rincones maravillosos, he aprendido a ver aquello que está escondido para el resto porque 'lo esencial es invisible a los ojos'. He aprendido a no juzgar, a valorar y a valorarme.
El escultismo me ha dado tanto... y en cambio yo le devuelvo tan poco....
Mi ''vida scout'' ha tenido, está teniendo, un parón de ya casi dos años. El primero por cosa de estudios, fue una decisión muy difícil que tuve que tomar porque no me veía capaz de continuar con todo y juro que ha sido una de las cosas que más me ha dolido en la vida, aparcar una pasión por un deber... Este año ha sido por motivos personales, he batallado hasta el astío pero nada ha conseguido mover la decisión de quienes deciden por mi qué debo hacer con mi vida. Y se ha acabado.
No deberíamos aparcar nuestras pasiones por aquello que ''debemos hacer''. 
Para mi scout era mi vía de escape semanal, por muy mala que fuera la semana o por muchos exámenes que hubiera tenido valía la pena el esfuerzo porque cuando cruzabas la puerta y empezaban las actividades todo el cansancio, la tristeza o los malos rollos se esfumaban como por arte de magia y solo quedaban las risas y la felicidad de un montón de niños que te inundaba el corazón y te cargaba las pilas para otra semana.
Nadie se imagina como echo de menos llevar un trozo de tela al cuello, unos colores, una vida. 
No se hacen una idea de lo que extraño decir que me voy, que me pregunten si vendemos galletas, echo de menos hasta que me digan que si pertenecemos a una secta militar....
Nadie se imagina cómo echo de menos coger la mochila y largarme. Largarme lejos. Descubrir nuevos sitios. Viajar con mi segunda familia. Subir montañas en las que te dejabas hasta el último aliento, pero que merecía la pena cuando llegabas arriba porque ni la más exacta de las fotografías puede captar la esencia de la belleza de esos paisajes ni la satisfacción que te invadía al mirar desde arriba y decir esto lo he conseguido yo, yo he subido la montaña y si puedo subir una montaña puedo con todo. Te daba tanta fuerza... era como ser el rey del mundo. Yo era la reina de mi propio mundo.
Y quiero volver. 
Quiero que vuelvan las risas de los niños contagiándome, la felicidad, la carga de pilas. Que prefiero un campamento a salir de fiesta porque los campamentos rebosaban vida y cada día era una fiesta.
Quiero volver a coger la mochila e irme lejos de todo el mundo, a descansar mientras me agoto más que nunca. 
Aunque sé que si vuelvo será al revés, seré yo la que tenga que sacar sonrisas, preparar actividades y tirar del carro. Yo seré la que tendré que tirar en la montaña de aquellos que creen que no pueden. Ya nadie tendrá que tirar de mi, porque en eso consiste crecer, y gracias a Dios, yo crecí en el escultismo. Crecí rodeada de buena gente con mi pañoleta al cuello. Crecí formando mi segunda familia.

jueves, 19 de febrero de 2015

'Si siempre dices nunca, nunca será siempre'.

Ella le hablaba de amar mirando las estrellas. Él la escuchaba desde su planeta. Eran tan diferentes y aun así amaban cada una de sus rarezas.
Él le cogía de la mano por sorpresa. Ella se perdía en su mirada. 
Ella le amaba con toda su alma, sabiendo que el amor está en los instantes y que los instantes también acaban.Vivía el ahora sin pensar en el futuro. Actuaba por impulsos. Decía lo que pensaba, sentía lo que decía.
Él la quería como antes a muchas otras. Miraba al futuro. No disfrutaba del hoy. Vivía en el ayer. Pensaba lo que decía, no sentía lo que pensaba.