sábado, 4 de febrero de 2012

Mis dos diamantes. Las luces de mi vida. Mis amores.

La gente recuerda su infancia y sonríe. Yo en cambio, intento no recordarla porque siempre me pongo a llorar. No tuve una infancia fácil que digamos, por lo menos a mi no me lo pareció. No, no tenía ninguna enfermedad, ni estaba en un hospital, ni era huérfana (gracias a Dios), pero no tenía amigos. A los diez años la gente me empezó a ignorar, pasaba de mi, yo no existía. Me pasaba los recreos sola entre burlas y risas. Salía llorando del colegio casi todos los días. Mi madre siempre que podía me esperaba en la puerta, pero eso no bastaba. Durante dos años mi madre fue mi única amiga, mi mejor amiga. Durante esa época yo me volví apática, antisocial, seca, respondona, irresponsable, borde... en fin, todo lo que se puede esperar de una niña que no tenía amigos, y no precisamente porque ella no quisiera. Yo sabía perfectamente el porqué, dos niñas habían conseguido poner a todo el mundo en mi contra porque ellas eran las 'populares' y yo no. En esa época yo me sentía lo peor del mundo, ellas me hacían sentir lo peor del mundo. Pero pasó, acabó pasando. Todo pasa por muy negro que lo veas al principio. La cosa mejoró, ahora tengo amigas, no muchas pero tengo. No todas buenas y no todas malas. Ahora mismo solo puedo presumir de dos. Las niñas de mis ojos. Daría mi vida por ellas, sin dudarlo. Una es mi MMA, ella es el motivo de mi sonrisa día a día. Ella es la persona por la que sigo adelante y por la que intento levantarme cada vez que caigo. Ella es la que me ayuda a levantar. La que tira de mi cuando estoy mal. Ella es un TODO. Ella es algo que no quiero perder nunca. Ella es mi vida, se podría decir. La otra es L, ella es la que está conmigo día a día, la que escucha mis problemas y me ayuda, la que me cuenta los suyos y la ayudo. La que da cosas sin esperar recibir nada a cambio. La que sonríe sin motivos y la que me serena cuando me enervo. La que se ríe de mí y conmigo, la que me da la razón cuando la tengo y se calla cuando no. Ellas son mis dos diamantes particulares, lo más valioso de mi vida (aparte de mi madre claro). A ellas les debo el que siga adelante  después de todo.

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