sábado, 15 de septiembre de 2012

Malditos recuerdos.

Siempre hay un momento, una hora, una fecha, un lugar, un olor, un sabor, una prenda de ropa, una canción, una frase o todo un texto que te recuerda a esa persona. Algo inconfundible, puede ser lo más común del mundo, o la cosa más extraña que te puedas encontrar, pero cada vez que la veas, oigas, huelas o sientas te acordarás de esa persona, sin remediarlo, sin poder evitarlo.
Su recuerdo llegará a tu mente de forma rápida, y depende de lo fuerte que sientas ese recuerdo podrás echarlo antes o después, en mi caso, los hay de todo tipo, los hay momentáneos, y los hay que pueden estar en mi cabeza horas, días e incluso semanas.
Algunos de esos recuerdos son capaces de sacarte una pequeña sonrisa, otros una lagrimita, y otros van con doble efecto y la pequeña sonrisita se convierte en una gigante y estúpida carcajada, y la lagrimita insignificante y desapercibida por la gente de tu alrededor se convierte en el llanto más triste desde hacía tiempo.
Hay recuerdos que simplemente es mejor no recordar y quizá por eso nos pasamos la vida, consciente o inconscientemente, intentando evitar aquello que nos recuerda eso. Pero no podemos estar toda la vida huyendo de ello.
Aveces, simplemente es mejor recordarlo día a día hasta que deje de doler, hasta que pase desapercibido en nuestra memoria, y a veces, simplemente es mejor no recordar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario