miércoles, 12 de septiembre de 2012

Caminante no hay camino, se hace camino al andar.

Soy consciente de que los trenes solo pasan una vez, sé que una vez que salen de la estación es imposible cogerlos en marcha, y los trenes de los que hablo cuando llegan a su destino desaparecen. Mi tren está a punto de salir de la estación, cada día que pasa avanza unos metros, mi tren está marchando demasiado rápido y yo no soy capaz de decidir si quiero o no subirme a él.
Analizo demasiado los pros y los contras de subirme a ese tren, y no sé si dejarlo marchar.
Ya está, ya tomé la decisión, perderé el tren, no creo que después me arrepienta. Últimamente he notado comportamientos extraños en los supuestos pasajeros de ese tren, y la verdad, no quiero compartir mi trayecto del viaje con ellos, ni con uno en particular.
No voy a quedarme sentada esperando a que pase otro tren, pero tampoco voy a buscar desesperadamente, simplemente caminaré, sin pausa pero sin prisa.
Disfrutaré de las maravillosas vistas del camino a pie, no todo serán caminos de rosas, encontraré en mi camino cuestas, caminos pedregosos y barrizales antes de llegar a la próxima estación, o antes de ver la oportunidad de coger el próximo tren, pero si algo he aprendido poco a poco es que si me caigo he de levantarme, no puedo quedarme tirada en el suelo arrepintiéndome de lo que he echo mal, sino que debo ponerme en pie, seguir adelante y aprender del error cometido que me hizo caer para no volver a cometerlo.

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